jueves, 31 de marzo de 2011

valores:eticos, universales ,civicos y familiares


INTRODUCCION
Los valores juegan un papel importante en el desarrollo social. Estos se juzgan como modelos o ideales que esperan alcanzar los miembros de determinada sociedad. Están presentes en toda sociedad  y contienen carga afectiva que fundamenta el pensamiento social.
Estos varían de una sociedad a otra o en diferentes tiempos en una misma sociedad.  Sin embargo existen valores universales que no deben cambiar, porque centran las bases de convivencia y armonía en la sociedad.  Dentro de estos valores también encontramos los valores éticos, cívicos y familiares los cuales se analizan en el siguiente trabajo.
Además de analizar las ventajas y desventajas, acuerdos y desacuerdos sobre la  nueva ley orgánica de educación, misma que se centra en la enseñanza y aplicación de los valores.


DESARROLLO TEMATICO
LOS VALORES UNIVERSALES
CÍVICOS Y ÉTICOS
Los valores  están presentes en el organismo, La personalidad, la sociedad  y la cultura  humana. El termino valor no lo poseen los objetos  en sí, si no que estos  lo adquieren  gracias a su relación con el hombre, con el ser social.
Son valores y reciben ese nombre por contener el valor que los hace deseables.
Las virtudes éticas se refieren especialmente a la actitud moral. Los valores éticos no son los bienes si no los de las personas y sus actos. No residen en las cosas sino en la voluntad, las intenciones y los propósitos.

La Honradez
De las virtudes la que se ha tenido en el mayor  aprecio es la que prohíbe al individuo  apoderarse de los bienes ajenos.
La honradez también incluye el mantenimiento de una persona  o compromiso y nunca intentar  abusar  de la confianza que depositan en  su persona y sus actos.

La Bondad
La principal virtud  moral es la bondad. De manera simple podemos afirmar que la bondad es la virtud de ejecutar el deber, por tanto el hombre bondadoso realiza en actos sus convicciones manteniendo una insobornable lealtad consigo mismo y con el prójimo.

La Modestia
Un individuo modesto es el que no hace gala de sus bienes o facultades esta virtud es la consideración  de no lastimar al prójimo con un desplante que pueda causarle daño.

La Solidaridad
La voluntad de ayudar   a los  que necesitan y comprometieres con sus problemas es la definición del valor de la solidaridad.
La importancia de dicha virtud esta fuera de toda duda, dado que toda sociedad humana cuenta con sectores que siempre requieren ayuda.

El Amor
El amor es una fuerza de unión y armonía que mueve las cosas y  las mantiene juntas amar y ser amado es  placentero para los seres humanos, a través  del amor suele obtenerse seguridad, confianza en si mismo y alegría al saberse  importante, para otra persona. Además  el amor cubre ciertas necesidades  como la comunicación, la convivencia, la recreación  y el aprendizaje.
El amor crece cada día y es la fuerza moral que une a las familias y las capacita para resolver las dificultades toque enfrentar.

La Amistad
Es una relación voluntaria, íntima y duradera, predominan en ella otros valores, tales como la solidaridad, el desinterés la reciprocidad y la independencia de diferencias sociales.
La Verdad
Consiste en decir siempre la verdad esto es decir lo que se cierto, lo que se autentico y conforme a lo que sucede, como son las cosas sin aumentos ni disminuciones  la verdad implica  ser sincero, real hablar con la verdad implica a los seres humanos credibilidad y confianza para los demás lo que permite ser respetados y reconocidos como personas en las que se puede confiar.

La  Prudencia
Es la capacidad que poseen los hombres para orientar su actuación en base al uso de la razón. Esto quiere decir que ante todo la razón debe gobernar los actos de las personas y no el sentimiento.

La Responsabilidad Y Deber
La Responsabilidad es la virtud humana de responder con formalidad de ser capaz para tomar decisiones de dirigir una actividad de organizar a un grupo o de coordinar un todo.
El deber es todo aquello que puede ser exigido a una persona como cuando se exige una deuda, la palabra deber proviene del latín debitum que significa aquello.
Ser responsable implica cumplir con nuestros deberes ya sean, jurídicos, sociales o morales.
Los términos responsabilidad y deber suelen utilizarse como sinónimos de obligación
La Fortaleza
Es la virtud que permite  a los seres humanos moderar y dominar sus pretensiones, ambiciones e impulsos respecto a metas y objetos  difíciles  de obtener, esta virtud permite actuar con determinación, firmeza y audacia, sin dudas ni titubeos al momento de tomar decisiones simples o complejas.

La Lealtad
Se puede definir  a la lealtad como un sentimiento o actitud de adhesión a algo que se externo a uno mismo.
.La lealtad es voluntaria quien la practica elige de manera libre hacerlo y sin presiones ni condiciones de ninguna especie.
 La lealtad  tiene un origen social.

La Libertad
La Libertad es una de las virtudes mas reconocidas y apreciadas por todos los seres humanos, no solo como facultad de desplazarse y de transitar sin impedimento , sino también como el poder para actuar  y no actuar , para pensar y expresarse de tal manera, para decidir que hacer y como hacerlo .
La Libertad se siente en al medida que se hace lo que se quiere.


La Caridad
La Caridad es la dedicación activa a fin de promover la felicidad y el bienestar de los demás con el objeto de lograr esa felicidad y bienestar de tal manera total y no solo eliminar la miseria.
La Justicia
Es la virtud de dar a cada quien lo suyo.
Para que su carácter sea aceptable, deberá respetar a los demás miembros de la sociedad a la que pertenece y acatar las normas de esa comunidad.
 Es la virtud entera y perfecta: Entera porque comprende a todas las de más virtudes y perfecta porque el que la posee puede servirse de ella no solo en  relación consigo mismo, sino con los demás.

La Igualdad
Se refiere al trato que todas las personas deben recibir todos los hombres somos igualmente valiosos e importantes sin tomar en cuenta la raza, el sexo, la posición económica, la religión o la inteligencia.
La Igualdad de oportunidades, como la educación o el empleo, que deben distribuirse de modo igualitario entre todos los individuos.

La Templanza
Si la fortaleza es la virtud de moderar las ambiciones e impulsos respecto a situaciones difíciles.
La templanza lo es respecto a las metas u objetos de fácil obtención, la templanza debe moderar las tendencias más fuertes de los impulsos que hacen desear una cosa en el hombre, pues dichas inclinaciones siguen intenciones de la misma naturaleza: La alimentación y relaciones sexuales.

La Persona Integra
Una persona integra es la que cumple con su deber en cualquier circunstancia y durante de toda la vida.La integridad no es una virtud momentánea, es el cumplimiento del deber de manera prolongada la cual matiza para siempre la personalidad del individuo.
La integridad consiste en aceptar un deber y apegarse a el en todos los actos de la vida.
La integridad de una persona origina que la vida social de este individuo alcance  los más altos elogios que una sociedad puede brindar.

La Fidelidad
Valor que se extiende como la acción de no traicionar la confianza que nos deposita y permanecer a lado de lo que prometimos. La persona fiel encuentra en el cumplimiento  de su deber una fuerza moral, que le une a sus compromisos y a las personas con las  que estableció una relación social.

VALORES FAMILIARES


Los Valores familiares entre los miembros de una familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos, de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas.
La familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia a la vida social.
Es en la familia donde se enseñan los primeros valores; valores que serán sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de la persona. Entre otros destacan los siguientes:
La alegría
Es un valor que se siembra primeramente en el seno familiar. Es en el núcleo familiar donde se procura que los miembros se ayuden unos a otros en sus necesidades, en la superación de obstáculos y dificultades, así como el compartir los logros y éxitos de los demás.
La alegría no depende de las circunstancias o de las facilidades que puede presentar la vida y tampoco consiste en tener cosas. Este valor tiene su fundamento en lo profundo de la persona, no es sino la consecuencia de una vida equilibrada, de una coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos, el tener una mente y un cuerpo sanos.
La generosidad:
La generosidad es uno de los valores que se fomentan en la vida familiar. Entendiendo por generosidad el actuar en favor de otras personas desinteresadamente y con alegría. Hacer algo por otras personas puede traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas, prestar juguetes, dar tiempo para escuchar y atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.
El respeto:
El respeto hacia los demás miembros es otro de los valores que se fomentan dentro de la familia, no sólo respeto a la persona misma, sino también a sus opiniones y sentimientos. Respeto hacia las cosas de los demás miembros, respeto a su privacidad, respeto a sus decisiones, éstas, por supuesto, adecuadas a la edad de la persona. Es en la familia donde el niño aprende que tanto él o ella como sus ideas y sentimientos merecen respeto y son valorados.
La justicia:
La justicia se fomenta en el seno de la familia al establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma. Recordemos que la justicia consiste en dar a cada uno lo que les corresponde. Una persona que se esfuerza constantemente por respetar los derechos de los demás y le da a cada uno lo que debe, tiene la virtud de la justicia.
La responsabilidad:
La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los propios actos, no solo ante uno mismo sino ante los demás. Para que una persona pueda ser responsable tiene que ser consciente de sus deberes y obligaciones, es por ello, de gran importancia que los hijos tengan sus responsabilidades y obligaciones muy claras.
El desarrollo de la responsabilidad en los hijos es parte del proceso educativo, esto con vistas a la participación de los hijos en la vida familiar primero, y a la vida en sociedad después, de una manera responsable y autónoma.
La lealtad:
La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que nos unen a otros, de tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar dichos vínculos así como los valores que representan. La aceptación y el reconocimiento de este vínculo no se centra hacia el futuro, como una posibilidad, sino que es una realidad actual. Este vínculo no pasa con el tiempo, es profundo, suele madurar y fortalecerse a la larga.
Es en la familia donde surgen y se fortalecen este tipo de vínculos, por ejemplo, un niño pequeño aprende a ser leal al esforzarse por ayudar a los demás, al procurar hacer todo lo que pueda para cumplir con lo que sus padres le dicen que es bueno. Se muestra lealtad entre los hermanos al apoyarse, defenderse y ayudarse ante las dificultades, ante la amenaza de personas o circunstancias ajenas a la familia.
La autoestima:
La autoestima es uno de los valores fundamentales para el ser humano maduro, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y fundamentos en el núcleo familiar.
Se entiende por autoestima la visión más profunda que cada persona tiene de sí misma, influye de modo decisivo en las elecciones y en la toma de decisiones, en consecuencia conforma el tipo de vida, las actividades y los valores que elegimos.
Desde niños vamos construyendo el concepto de nosotros mismos de acuerdo a los mensajes recibidos de nuestros padres, hermanos, familiares, amigos y maestros. Es la suma de la autoconfianza, el sentimiento de nuestra valía personal y de nuestra capacidad. Ésta se basa en la variedad de pensamientos, sentimientos, experiencias y sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida, pero principalmente a lo largo de nuestra infancia y adolescencia.
Elevar la autoestima de nuestros hijos es de vital importancia, ya que contribuimos a que desarrolle la convicción de que es estimado y valorado, que es competente para enfrentarse a la vida con confianza y optimismo, y que es merecedor de la felicidad.

LA EDUCACIÓN Y LOS VALORES CÍVICOS
La educación como trasmisión de valores cívicos
Uno de los temas que más polémicas ha suscitado en la reciente promulgada Ley Orgánica de Educación (LOE) ha sido, sin duda, el del nuevo Área de Conocimientos denominado "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos". El debate ha traspasado la cuestión puramente académica hasta situarse en los últimos años en el centro del debate entre los principales partidos políticos. En este artículo voy a exponer brevemente cuáles son las razones que, en mi opinión, han llevado al Ministerio a reorientar la educación en los valores cívicos mediante la creación de este nuevo Área o materia. No pretendo descalificar a quienes defienden con buen criterio la transversalidad de estos valores y su necesidad de que impregnen la convivencia y la vida del centro educativo; sin embargo, sobre todo en los Centros de Enseñanza Secundaria, la transversalidad ha sido un fracaso y se ha hecho evidente que la reflexión y la práctica de los valores cívicos es una necesidad acuciante. Es cierto que todos los problemas de convivencia en una comunidad educativa no se van a resolver con una asignatura, pero también es preciso reconocer que puede ayudar a crear un mejor clima de convivencia en los Centros.
Las razones que avalan la necesidad de una educación ética y cívica basada en los Derechos Humanos y en los valores constitucionales son de diverso tipo: razones de orden educativo; razones de orden sociológico; razones filosóficas y razones jurídico-políticas.
La razones educativas a favor de la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos se basan en que en todas las épocas la educación siempre comporta una filosofía moral y política en sentido amplio; es decir, que toda acción educativa abarca lo cognitivo y lo axiológico y trata por tanto de formar según unas pautas morales y cívicas determinadas.
Por otro lado, es evidente que en la mayoría de los centros educativos ha fracasado la transversalidad como modo de trasmitir los valores a toda la comunidad educativa; ello no significa que la transversalidad no sea una idea buena; el problema es que ha resultado inviable en la mayoría de los Centros, sobre todo de Secundaria.
Razones de orden sociológico. Es preciso que los sistemas educativos eduquen a los niños y adolescentes en el respeto, la tolerancia activa y la solidaridad efectiva con los demás. Son hechos innegables reconocidos por todas las encuestas el creciente pluralismo moral y religioso en nuestro país, la progresiva secularización e indiferencia religiosa de los españoles, la exigencia de un diálogo intercultural que otorgue cohesión social a los diferentes grupos y la creciente desafección hacia la política y los políticos en muchos ámbitos de la sociedad española. No se pretende que el sistema educativo solucione todos estos nuevos conflictos sociales, sino que la reflexión sobre ellos ayude a comprender mejor los mismos y a crear una conciencia cívica y política que permita dialogar y pactar las soluciones adecuadas.
Razones de orden filosófico. Toda ética personal va acompañada de una ética civil, de unos valores que surgen en el individuo y se trasmiten a la comunidad. Por eso no tienen razón quienes quieren imponer a todos su propia visión del ser humano y de la moral. La moral católica que ha imperado durante siglos en España no tiene ya legitimidad social ni política para pretender imponerse a toda la sociedad española. La ética civil, propia de un Estado democrático, ha de ser laica; es decir, neutral en cuanto a las religiones, aunque en absoluto incompatible con ellas y menos aún hostil a las mismas. En la época actual disponemos de un código ético de referencia que pretende ser universal y que se conoce como los derechos humanos. Los valores morales y cívicos contenidos en esa Declaración (1948) son comunes a toda la Humanidad pues se basan en la dignidad inviolable de toda persona humana. A mi parecer ésa es la base de cualquier educación ética y cívica en una sociedad democrática en el ámbito del sistema educativo.
Por último, existe una serie de razones de carácter jurídico-político que apoyan la conveniencia de esta nueva asignatura. La convivencia democrática tiene una base fundamental en nuestro país: la Constitución. Es el gran pacto político y jurídico sobre el que se asienta toda la arquitectura legal de España y todas las garantías contenidas en nuestro ordenamiento jurídico. Es preciso que los niños y jóvenes conozcan los principios y valores constitucionales recogidos en la Carta Magna porque son el marco en el que todos podemos convivir en libertad y en paz. No se trata de explicar en la escuela los artículos constitucionales como si fuese una especie de catecismo jurídico, sino de analizar la importancia del Estado de Derecho, el valor de las leyes y de las instituciones democráticas como el pacto de convivencia que los españoles nos hemos dado hace muchos años para garantizar los derechos de todos. 
Hoy día los sectores católicos más conservadores siguen viendo la escuela laica como algo condenable y digno de ser anatematizado. Los defensores a ultranza de la moral católica todavía no han aceptado que el pluralismo moral y religioso de la sociedad española es un hecho social innegable y que forma parte consustancial de la misma vida democrática. La tradición moral del catolicismo no es ya la única fuente de moralidad ni de espiritualidad de la mayoría de los ciudadanos de España y ello significa que el catolicismo ya no puede pretender inspirar las leyes civiles que regulan la convivencia en nuestro país.
Los valores cívicos y la ciudadanía
Ya hemos señalado antes que los valores morales y cívicos deben basarse en los derechos humanos. En la Declaración de Derechos Humanos se alude expresamente al significado profundamente cívico que tiene la educación en la sociedad: La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todos las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz (Artículo 26.2)
A pesar de esta contundente defensa de esos principios y valores, en el Artículo siguiente (27), se defiende también que los padres tienen derecho a elegir para sus hijos el tipo de educación que quieren darles. Es decir, que se garantiza la libertad de las familias a la hora de elegir los valores morales que se quieran trasmitir en el seno de la comunidad familiar, con independencia de que los Estados tienen la obligación de educar a los niños y adolescentes en los valores cívicos y democráticos. Ahí radica el fundamento jurídico que fue también utilizado en la Constitución española para defender que el titular del derecho a la educación de los menores es el padre, la madre o el tutor. Y por eso las familias católicas españolas (vgr. la CONCAPA) argumentan siempre a favor de la libertad y se olvidan casi siempre de los otros valores constitucionales como el pluralismo y la justicia.
Hay algunos sectores políticos en España que insisten solamente en la libertad de enseñanza se olvidan deliberadamente de que la desigualdad social, económica y cultural debe ser compensada mediante la educación pública y gratuita para todos. Son muchas las familias españolas que en la última década están desertando de la escuela pública en nombre de su libertad y gracias a su nivel económico; las escuelas y los institutos públicos se están convirtiendo progresivamente en muchas ciudades de nuestro país en ghettos donde se está marginando consciente o inconscientemente a la mayoría de la inmigración llegada a España en los últimos años. La libertad educativa no se está viendo acompañada de políticas que compensen los efectos indeseables del neoliberalismo; de ese modo, la selección social, económica y cultural del alumnado va a reproducir cada vez más la desigualdad y las injusticias de nuestra sociedad capitalista.
En nuestras actuales sociedades la influencia de la escuela es mucho menor que en siglos anteriores y la necesidad de educar al ciudadano en valores cívicos desde las instituciones educativas debe enfrentarse a nuevos retos y enfocarse de modo distinto. Si el Estado-nación ha sido hasta ahora el encargado de trasmitir una educación cívica y política acorde con su historia propia y sus instituciones democráticas, en la época actual la condición de ciudadanía ha adquirido nuevos perfiles ya que vivimos en un mundo globalizado e intercultural en el que las sociedades no son un reflejo mimético de los Estados-nación del pasado y además la coexistencia de múltiples códigos morales y religiosos exige una nueva ética universalizable.
¿Cómo se puede definir la ciudadanía desde un punto de vista ético, jurídico y político? Como señalan acertadamente S. Giner y V. Camps la ciudadanía tiene en castellano una doble acepción que alude a dos conceptos: por un lado, el conjunto de hombres y mujeres que constituyen un comunidad política de personas iguales ante la ley, miembros de un Estado de Derecho y en segundo lugar, la condición que cada uno de nosotros posee de ser miembro de esa comunidad: es un atributo que nos confiere el derecho al voto, el de presentarnos a las elecciones, el de recibir subsidios y pensiones o atención médica (si está previsto por la ley), el de que nuestros vástagos acudan a la escuela pública, y así sucesivamente. Como el dios Jano de los antiguos, la ciudadanía y el civismo poseen una doble cara.
La fundamentación filosófica de los valores morales y cívicos debe ser ética y política, y nunca partidista ni ideológica. Tiene que apoyarse en una reflexión sobre la libertad, la responsabilidad y la moralidad humana con el fin de trasmitir al alumnado una visión de aquellos valores morales y cívicos que permiten una convivencia en paz y en libertad. Pero no parece lógico ni posible que la educación ético-cívica se apoye en cosmovisiones cerradas y sustantivas del hombre y de la moralidad que se crean poseedoras de la verdad definitiva sobre el bien y sobre el mal. Se trata de fundamentar la vida social, el civismo, sobre valores universales que promuevan la tolerancia y el respeto hacia todas las personas, sea cual sea la religión, la ideología y la moral de cada uno. Por eso no es posible que las morales religiosas sean el eje vertebrador de la ética cívica ni la inspiración de las leyes civiles, porque no ofrecen valores universalizables, sino doctrinas dogmáticas sobre el ser humano y morales heterónomas basadas en creencias subjetivas.
La democracia como el mejor sistema de organización política tiene que ser conocido y apreciado y debe ser practicado en los Centros escolares; no basta con una asignatura para ejercitar la democracia, pero si nadie en la escuela da a conocer los valores, los principios, los derechos y los deberes que configuran la ciudadanía, entonces nuestro alumnado adolescente no sabrá apreciar la conquista de las libertades y derechos cívicos ni aprenderá a comportarse con respeto y tolerancia hacia los diferentes.
La educación en valores debe contribuir a formar ciudadanos (hombres y mujeres) que participen en la sociedad: el empeño democrático debe orientarse actualmente a propiciar un tipo de ciudadano y ciudadana, capacitados para convivir en sociedades abiertas y pluralistas, basadas en la tolerancia y en percibir la diversidad como una riqueza que contribuye a la mejora de la sociedad. En una sociedad plural, la educación tiene la posibilidad de mitigar los conflictos, promoviendo los valores que ayuden a las personas a convivir con persona de valores diferentes. Para ello es imprescindible buscar valores comunes compartidos por todos, como los derechos humanos.
La educación ético-cívica supone de la existencia de una formación específica para que todo el alumnado tenga:
  • Un conocimiento racional sobre la fundamentación de esos valores y de las normas de comportamiento derivadas. En ningún caso se puede ejercer el adoctrinamiento, ya que eso es contrario a los objetivos de la LOE y del sentido de la misma educación, que ha de ser crítica y fomentar la autonomía de los educandos.
  • Una reflexión crítica sobre los valores morales y cívicos, sobre la democracia y sus instituciones y sobre la fragilidad de los sistemas de convivencia humanos. Es muy importante que todos los sistemas educativos formen a los niños y adolescente en la cultura cívica y política, porque la democracia es un sistema de convivencia deseable y es preferible a cualquier forma de dictadura o de totalitarismo.
  • Una puesta en práctica en los centros escolares de proyectos educativos y planes de convivencia basadas en el diálogo, en la argumentación como método de resolución de los conflictos y en el respeto y la tolerancia positiva ante las actitudes diferentes, poniendo como límite infranqueable los derechos humanos. Los que insisten en que esta materia de "Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos" no resuelve todos los problemas de convivencia de los centros escolares tienen razón, pero no es menos cierto que la transversalidad ha sido inviable en la mayoría de los Centros de Secundaria. Un Proyecto educativo que integre el desarrollo de la competencia social y ciudadana en las Áreas del curriculum y las relacione con las demás competencias básicas es el ideal ético y cívico de cualquier sistema educativo, pero eso es todavía un horizonte difícil de conseguir; se tiene que luchar entre todos por lograr que los Centros educativos sean un lugar de convivencia intercultural en el que se armonicen los conocimientos y las actitudes diferentes y todo se resuelva mediante la argumentación racional y el diálogo respetuoso.



Final del formulario

HABLEMOS DE VALORES CÍVICOS

 De nuevo suenan tambores de guerra en la educación. Esta vez, a propósito de educación para la ciudadanía, una nueva asignatura que, en principio, no debería haber suscitado oposición alguna. Está recomendada por el Consejo de Europa, se imparte en muchos países de nuestro entorno cultural, gran parte de sus contenidos estaban ya incluidos en la asignatura de ética y, sobre todo, la sociedad exige a la escuela que eduque en valores cívicos a nuestros jóvenes. Sin embargo, la Conferencia Episcopal Española y algunas organizaciones conservadoras se oponen tajantemente a la asignatura, atribuyéndole intenciones perversas, adoctrinadoras y sectarias, por lo que se ven en la obligación de recomendar la objeción de conciencia, para no “colaborar con el mal”. Así las cosas, se ha planteado un pulso entre la Iglesia y el Gobierno, del que resultará, sin duda, perjudicada la asignatura en cuestión. La seriedad del tema, que afecta a toda la sociedad, no sólo a la comunidad escolar, recomienda prolongar el debate abierto, estudiar con rigor todas las posturas y estar dispuestos a rendirse ante el argumento más fuerte, rendición que nunca es vergonzosa, sino noble.
Necesitamos también que la sociedad civil se implique en esta cuestión, para lo cual ha de tener la información necesaria. Por eso, voy a tratar de hacer un resumen pedagógico de la situación.
1. La nueva ley orgánica de la Educación. Una de las propuestas era la introducción de una educación para la ciudadanía. La asignatura despertó recelos en la jerarquía católica, preocupada por la asignatura de religión. La LOCE había dado una solución salomónica. Incluía una asignatura de ética común y obligatoria y, además, una nueva asignatura llamada sociedad, cultura y religión, obligatoria, pero con dos opciones: una confesional y la otra no confesional. Que en secundaria se estudie el fenómeno religioso me parece sensato. El problema surgía porque esa asignatura era una exigencia para convertir en evaluable y obligatoria la enseñanza de la religión católica. Iba, por así decirlo, a remolque de ella, y eso alteraba el debate educativo. Creo que conviene separar los problemas y, cuando la polémica actual se calme, plantear la cuestión de los conocimientos religiosos que deben tener nuestros adolescentes.
2. La interpretación laica de la nueva asignatura. Cuando comenzó a hablarse de la asignatura, algunos grupos de carácter laicista consideraron que educación para la ciudadanía nos liberaba al fin de la influencia religiosa, que consideraban nefasta. Afirmaron la falta de sentido de la palabra Dios y cosas semejantes. Esta postura tampoco estaba justificada. En primer lugar, porque una de las obligaciones de la ética es la defensa de los valores comunes en una sociedad plural, en la que una gran cantidad de personas viven religiosamente. La ética no es laica en sus finalidades, sino en su modo de legitimación, que es otra cosa muy distinta. La moral religiosa tiene su fundamento en la revelación. Por eso, a pesar de que para los creyentes tiene un valor universal, su fundamento es válido únicamente para ellos. En cambio, la legitimación de la ética procede de la razón, que es común a todos los seres humanos. La Declaración de los Derechos Humanos –recogida y positivizada en nuestra Constitución– es una formulación, sin duda todavía imperfecta, pero legítima, de esa ética universal. Y no debemos olvidar que defiende explícitamente el derecho a la libertad religiosa, de conciencia y de culto, siempre que no atente contra derechos fundamentales.

3. La Iglesia y el derecho a la educación moral.  La Conferencia Episcopal considera que esta asignatura confiere al Estado el derecho de formar la conciencia moral de los ciudadanos, cosa que atenta contra el derecho de los padres sobre la nueva asignatura es el ámbito electoral. Desde la FERE se denuncia que “en este asunto hay mucha manipulación por parte de quienes quieren utilizar la educación con otros fines”.
Peligro de manipulación Salvador Cardús señala que “estamos ante un debate político en el peor sentido de la palabra” e Irene Martín, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que “existe una clara instrumentalización política. Basta con recordar que cuando el PP estaba en el gobierno apoyó las diversas iniciativas llevadas a cabo en el seno del Consejo de Europa para fomentar la educación para la ciudadanía en la escuela”. Pero más allá de que se haya buscado una vertiente electoral a la controversia, habría que analizar también si este tipo de tácticas influyen o no en los ciudadanos y si en realidad tienen utilidad para ratificar o modificar el sentido del voto.
4. Los peligros de un Estado Educador.  Es verdad que un Estado que impusiera sus propias normas morales sería totalitario y peligroso. Estados moralizadores fueron el nazi, el marxista, y también los estados confesionales religiosos. Pero admitir esta asignatura no supone conceder ese derecho al Estado, sino, al contrario, formar a los ciudadanos para resistir las injerencias injustas del Estado. La ética no es una moral que derive del Estado, ni siquiera un sistema de valores que deriven de la democracia, sino que es, precisamente, todo lo contrario. Es una norma a la que tiene que someterse también el Estado, y que evita que la democracia –como ha señalado Garzón Valdés– se convierta en una institución suicida. No olvidemos que cuando apareció la primera Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789 estaba dirigida a limitar los poderes de la monarquía absoluta, afirmando derechos de superior rango a los que tenía que someterse el poder estatal. Si podemos considerar que una ley puede ser legal y al mismo tiempo injusta es porque distinguimos por encima de la legalidad unos principios superiores de legitimación. Así pues, un Estado democrático debe educar la conciencia ética de sus ciudadanos como gran protección contra toda veleidad tiránica o desvío injusto.
5. Los contenidos de la asignatura.  La Conferencia Episcopal considera que la asignatura es relativista, positivista y defiende una ideología de género. Estas tres críticas son formulaciones distintas de una misma crítica fundamental: en esta asignatura no se hace una afirmación explícita de la naturaleza como fundamento de la ética. El asunto es importante para la Iglesia porque su moral  sexual está basada en la idea de que en la “naturaleza biológica” está impresa la voluntad normativa de Dios. Eso le permite condenar las relaciones sexuales no dirigidas a la procreación y la homosexualidad. Pero esa idea de la naturaleza como código normativo encarnado resulta difícil de aceptar por razones que expuse en El rompecabezas de la sexualidad.
Encontramos en la noción de naturaleza lo que previamente hemos puesto en ella. Por ejemplo, en la naturaleza funciona la ley del más fuerte. El macho dominante se adueña del harén. Esta visión biológica de la naturaleza podría justificar una moral machista y polígama. Ahora bien, eso no supone negar que cuando hablamos de ética estamos hablando de normas para la naturaleza humana, y no para la naturaleza angélica o la naturaleza perruna. Pero nos referimos a una idea de la naturaleza menos biologicista y más de acuerdo con la tradición aristotélica y tomista. Lo que define la naturaleza humana es la inteligencia, la razón. Obrar conforme a la naturaleza es obrar conforme a los dictámenes de una inteligencia ilustrada, responsable, bien sintonizada con los valores, que se empeñe en crear un proyecto de vida común acorde con las necesidades y las expectativas del ser humano.
6. ¿Y qué pasa con los profesores?  La profesión docente tiene su propia responsabilidad y deontología. En la escuela sólo deben enseñarse contenidos que puedan justificarse universalmente. Me extraña que quienes están preocupados por lo que hacen los docentes no se hayan interesado más por lo que se hace en las tutorías, donde se tratan, sin ningún tipo de programas, los asuntos más variados. Si el fondo del asunto fuera educativo, las tutorías estarían en el foco de atención.
7. ¿Hay alguna salida? Los pulsos son peligrosos, porque tiene que haber vencedores y vencidos. Conviene volver al principio. Necesitamos educar a nuestros jóvenes en unos valores éticos, universales, en un pensamiento crítico, en una cultura de la responsabilidad y el esfuerzo. Necesitamos que conozcan la estructura de la democracia, sus derechos y deberes, entre los que se incluye el de participación en la cosa pública. Las autoridades educativas deben cuidar de que esta asignatura tenga la solidez y el prestigio que merece, y preparar a los profesores adecuadamente. Sería estupendo que los padres colaboraran en esta asignatura con los profesores. Vamos a tratar temas educativos de excepcional interés para toda la familia: cómo resolver bien los problemas, los círculos de responsabilidad, los modos de convivencia. Necesitamos urgentemente borrar la fractura que hay entre escuela y familia, y ésta podría ser una buena ocasión. Por último, la sociedad entera debe interesarse en cómo impartimos esta asignatura. Los educadores somos depositarios de una función social y debemos dar cuenta de lo que hacemos. Y también pedir cuentas a la sociedad si no nos ayuda. Una última cosa La ética no es enemiga de la religión.

ALEGRÍA

Elogio de la alegría
“El buen humor y la alegría permiten resistir la tensión y las presiones de cada día y están relacionados con las características personales que permiten sobrellevar y superar las experiencias más difíciles de la vida. Se ha hallado, incluso, que guardan una conexión con las aptitudes que permiten un mejor desarrollo social y académico. El buen humor y la alegría están vinculados con las variables que tienen un impacto positivo en el bienestar, el autodominio, la competitividad y el optimismo de cada individuo. Son valores que pueden crear y fomentar los sentimientos de comunidad, cercanía entre las personas y control de los acontecimientos.”

CONCLUSION
De lo anterior podemos concluir  que la enseñanza de los valores es fundamental en la educación y un pilar para el desarrollo optimo de las nuevas generaciones.
Considerando que la nueva ley orgánica de educación es una alternativa nueva, es normal encontrar diferentes puntos de vista y oposiciones ante ella.
Desde mi punto de vista considero que la nueva ley orgánica de educación plantea buenas propuestas mismas que deben ser analizadas meticulosamente para su aplicación.


Elaborado por:
Miguel Ángel Torres García


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